Quedamos en la última estación del metro de la línea 5, a la 1 pm... Te había hecho rabiar por la noche diciéndote que quedábamos en Plaza España a las 2 p.m... Pero supongo que sabías que era todo broma, y que sí me presentaría al día siguiente...
Llegaba tarde, porque mi profesor se había alargado corrigiendo y yo había sido de las últimas (menos mal que el hombre ya se tomaba con humor mi extremada timidez...). Así que imagínate cómo iba... con ojeras, sin maquillaje (porque me dijiste que fuese como yo "soy", y yo odio el maquillaje, siento que estoy engañando a la gente falseando mi rostro...), cara de miedo y prisa, un nudo en el estómago, mi cabeza dividida entre tus partidarios y los partidarios de la represión... Pero llegué, cargada con ordenador y bolso, las piernas temblando, el paraguas goteando por allá donde pasaba...
Y allí estabas tu, esperando encontrar algo muy diferente a lo que apareció... de eso estoy segura. Pero reaccionaste muy bien. Nos dimos los dos besos de rigor, me ofreciste dejar el ordenador en tu coche que estaba cerca... La verdad, me molestaba ir tan cargada, pero tampoco tenía ganas de que alguien viese que dejábamos algo en tu coche y te reventaran el maletero por una mierda de ordenador... Así que cargada, diluviando y medio muerta de frío y cansancio, nos fuimos dando un paseo.
La lluvia arreció, así que cogimos un taxi. Nunca olvidaré cuando me abriste la puerta y esperaste hasta que entrase, sosteniendo tú el paraguas, para evitar que me mojara más... Ese detalle me encantó, y supongo que te diste cuenta de ello...
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